"Esto quiere decir que, a partir de ese momento, nadie puede moverse de su residencia, todos tienen que quedarse en sus casas. Es hora de que comprendamos que estamos cuidando de la salud de los argentinos", expresó el ex Jefe de Estado, que en otras ruedas de prensa siguió acompañado de Kicillof y Rodríguez Larreta, en una imagen que se percibía alejada de la "grieta" pero que no perduró en el tiempo.
En consecuencia, la mañana siguiente las ciudades y el país eran silencio absoluto. Solo personal esencial tenía permitido movilizarse y para demostrarlo necesitabas tener un permiso especial. En las 24 actividades permitidas en un principio se encontraban personal de Salud, Fuerzas de seguridad, Fuerzas Armadas, bomberos, autoridades y trabajadores del sector público, supermercadistas, prensa, farmacias, recolección de residuos y personas que tuvieran a otras a su cargo o atender situaciones de fuerza mayor, entre otras.
El mundo estaba encerrado. El silencio consumía el ambiente, pero el temor comenzó a reconstruirse en la necesidad de retomar la rutina diaria. Los clases virtuales, el "home office" para muchos trabajos, los detenidos por violar la cuarentena -a veces por situaciones que con la perspectiva del tiempo se volvieron insólitas- y las fiestas clandestinas, fueron alunas de las imágenes que rodearon al país durante aquel año.